lunes, 10 de septiembre de 2012

Crónica de un argentino en Chile Parte I

El viaje al país trasandino comenzó en un transporte desde Rio Grande, Tierra del Fuego. El mismo duró aproximadamente siete horas y media.

El colectivo partió a las 9:30 y llegó a las 16:35 a la ciudad de Punta Arenas.
Hay que aclarar que en la frontera chilena, después de presentar la documentación correspondiente cambiamos la hora. Es decir, atrasamos las agujas del reloj, sesenta minutos.

Nuestro recorrido continuó hasta llegar al Estrecho de Magallanes, donde esperamos cerca de 15 minutos, hasta que llegó la transbordadora "Austral Broom".

Una nave marítima que cuenta con la capacidad de trasladar cerca de ocho camiones con acoplado, y varios colectivos con pasajeros.

Una vez adentro, pudimos disfrutar de la intensa vista del mar donde puede observarse el poder que tiene la naturaleza, y que rodea a toda la isla fueguina, tanto argentina como chilena.

La maquina ofrece un pequeño servicio de bar, donde se puede comer panchos y sandwichs, además se puede tomar café, gaseosa, cerveza y Té.

En un compartimento también se puede mirar televisión, aunque la senal no es muy clara, y la imagen es lluviosa, debido a la distancia en la que nos encontramos.

Estuvimos en el mar cerca de 40 minutos, hasta que llegamos a Bahia Azul, donde el colectivo siguió rumbo al destino que teníamos planeado.

Una vez que pisamos suelo chileno, lo primero que hicimos fue cambiar nuestra moneda y acomodarnos al contexto económico que rige en ese país, aunque el cambio no es muy conveniente para el peso argento.

Cabe aclarar que nuestra primera impresión, fue la misma que la de cualquier turista que llega a otra nación, donde el aroma, la forma de hablar, vestir y los movimientos corporales estaban a simple vista, y los rasgos y el habla era quizás lo que más resaltaba en nosotros ante los nativos.

Ese día nos hospedamos en la casa de una amiga de mi abuela, donde como ilustra una de las fotos, nos recibió con una exquisita merienda, cafe, mermelada, manteca (mantequilla la llaman en Chile) y pan casero recién horneado.